La historia del odio de clases detrás de los linchamientos en Colombia
SEGURIjueves 🤛👊🤜
Un niño de 12 años y un joven de 18 que fueron detenidos por la comunidad por
presuntamente estar robando en un local comercial de Tibú, Norte de
Santander, terminaron acribillados por un grupo ilegal armado. Los
cuerpos fueron hallados con el letrero “Ladrones”.
En Cúcuta, un joven que ingresó a un billar y amenazó con un arma de
fuego a quienes departían allí, al parecer para robarlos, terminó
muerto, luego de que sus víctimas lo desarmaron, lo golpearon con los palos de
billar en el suelo y le dieron tres balazos con su propia pistola. La familia
del joven, en un comunicado, cuestionó que en redes aplaudieran el
linchamiento y pidió castigo para los autores del ataque.
En el exclusivo sector de Provenza, de El Poblado, en Medellín, un menor de
edad que estaría participando en un hurto falleció tras un cruce de
disparos con la víctima, quien a su vez resultó herida en una de sus piernas.
Estos tres casos sucedieron en las últimas dos semanas y volvieron a abrir el
debate sobre la justicia por mano propia y los linchamientos, que ganan
terreno no solo en las calles sino también popularidad en las redes sociales.
Dos situaciones que se han intensificado en los últimos meses, coincidiendo
con el aumento en la percepción de inseguridad en las principales
ciudades del país.
"Cuando sectores son conscientes de que la justicia es incapaz, entienden la violencia como mecanismo sustitutivo de esta"
La encuesta denominada #MiVozMiCiudad, elaborada por la Red de Ciudades
Cómo Vamos, indica que en 16 capitales del país, en promedio, menos del 15 por
ciento de los ciudadanos encuestados manifestó
sentirse seguros en su ciudad y solo el 25 se siente
seguro en su barrio.
La principal razón por la que los encuestados indicaron sentirse inseguros es
la existencia de delincuencia (76 por ciento), seguido de la
falta de Fuerza Pública
en las calles (56 por ciento). En Bogotá el indicador es mayor.
Jairo Libreros Universidad Externado |
Para Jairo Libreros, docente de la Universidad Externado y
experto en seguridad, los casos de justicia por mano propia pueden
atribuirse al “descontento popular con la justicia. Cuando amplios sectores son
conscientes de que la justicia es incapaz, entienden la violencia como
mecanismo sustitutivo de esta”.
Pero este no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de nuestro país. Podría decirse
que siempre ha estado presente en la historia del hombre –en la Biblia se mencionan varios casos– y actualmente también es común en otras naciones de la región como Brasil,
Guatemala y México.
Rosembert Ariza Santamaría Universidad Nacional |
En palabras de Rosembert Ariza Santamaría, profesor de la Universidad
Nacional y doctor en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas, los
linchamientos son una práctica de “sociedades incivilizadas”.
“Ese argumento de la legítima defensa social que está ahí, metida en la
cabeza de la gente, es lo que está llevando a que se produzca y se
reproduzca de manera permanente”, aseveró el docente.
Y para conocer por qué esta situación persiste en estos países, es necesario
evaluar cada contexto.
En el caso de Colombia, explica Ariza, quien lideró la investigación ‘Linchamientos en Bogotá: ¿violencia urbana legítima o consolidación de
prácticas de odio social?’, las ciudades donde más se presentan casos son Bogotá, Cartagena y
Medellín. En la capital, por ejemplo, se puede hablar de hasta
intentos o casos diarios.
Sin embargo, aclara que hace falta registro y hay otras regiones donde esto no
es visibilizado.
Para el académico, que esto persista en nuestro país
“tiene mucho que ver con todo esto que hemos construido en los últimos 50
años y lo que nos ha dejado la guerra, que es una sociedad dividida, una
sociedad que tiene presente esto que nos dejó el 9 de abril de 1948 –cuando
mataron a Gaitán–, que fue un odio profundo por el otro, por los otros, por
la diferencia”.
De hecho, ese 9 de abril, que marcó la historia política del país y marcó el
inicio de la Violencia, dejó a un linchado: Juan Roa Sierra, quien es
señalado de haber disparado contra Jorge Eliécer Gaitán, pero esto nunca se ha
comprobado.
Y a los odios se suman los prejuicios que, muchas veces,
van de la mano con el clasismo. Según el experto, en nuestra sociedad
hay un imaginario sobre quiénes pueden parecer delincuentes, que van
desde la forma de vestir, y terminan con señalamientos como:
“ese puede ser un ladrón de TransMilenio”.
“Señalan a una persona y esa persona inmediatamente es condenada a pena de
muerte porque la turba se le viene, lo apuñala, lo patea, lo asesina”, explicó Ariza.
Estos señalamientos se hacen por lo general sin pruebas y, en muchos casos,
el linchado termina siendo inocente.
Uno de los más recientes sucedió en Santa Marta, en mayo de este año, cuando
un joven fue vinculado, en un principio, al homicidio de un policía.
El joven pasaba por el lugar de los hechos, la comunidad lo persiguió y casi
lo mata, pero la policía alcanzó a detener a las personas. Las investigaciones
arrojaron que no tenía nada que ver con el asesinato.
“Sin ni siquiera unas disculpas formales me entregaron a mi hijo con la
camisa rota y llena de sangre”, aseguró su madre.
Según el estudio del académico, que se realizó en Bogotá entre 2004 y 2015, el
60 por ciento de los linchados que fallecieron eran inocentes.
"Ver con esto que hemos construido en los últimos 50 años y lo que nos ha dejado la guerra, que es una sociedad dividida"
Para Ariza, en estos casos “no hay respeto por la vida” y en las leyes
colombianas no está tipificada esta conducta. Por eso se naturaliza este
comportamiento y se han dado situaciones de personas que se oponen a que
golpeen al ladrón y también terminan siendo atacadas.
“De parte de la sociedad no hay ningún tipo de recriminación para cometer
este tipo de conducta. Como no hay sanción penal, no hay sanción moral.
Luego, por tanto, es válido que alguien a quien roban está en la legítima
defensa de asesinar a quien lo roba. ¿Eso es legítimo?”,
señaló Ariza.
Pero no solamente hay linchamientos físicos, actualmente, por ejemplo, se dan
también en redes sociales y los usuarios “cancelan” –como dicen en
redes– a alguien que, simplemente, opinó diferente, agregó el académico.
Otro aspecto para tener en cuenta en esta problemática es el impulso por
participar de estos ataques colectivos. Si bien las leyes podrían
respaldar a las víctimas en un caso de legítima defensa, hay quienes
intervienen sin saber qué está pasando.
Es algo directamente relacionado al odio. Según sus estudios, les preguntaron
a personas que participaron en situaciones como estas y hay quien no se da
cuenta ni cómo ni por qué lo hace y se deja llevar por la masa y se
mete.
“Al final te van a linchar o porque eres negro o porque eres pobre o porque
estás mal vestido o porque eres homosexual. Por cualquier circunstancia te
van a linchar. Si estás mal ubicado ese día y no sabes por qué, también te
pueden linchar”, reflexionó el académico.
Y esos discursos, en muchos casos, son promovidos por los mismos mandatarios.
Según Libreros, hay declaraciones que descalifican a algunos sectores sociales
y “no son capaces de hacer un discurso que plantee soluciones”.
Desde la academia se proponen salidas a esta problemática. Se reconoce que
debe de haber mejoras en las condiciones de seguridad en las ciudades y
mayor presencia del Estado en las regiones apartadas, pero debe existir una
política pública en este sentido.
Ariza explicó que se debe hacer entender a la ciudadanía que está atentando
contra otra persona y, posiblemente, participando en un homicidio.
“Nadie tiene el derecho de quitarle la vida a otra persona. La vida es
sagrada, pero es sagrada y hay que hacer algo, hay que hacer mucha
prevención”,
afirmó.
Por eso, considera que debe de haber campañas sociales y trabajo educativo y
social que gire alrededor del respeto por la vida.
De igual forma, es clave que las leyes sean más severas, porque así quienes
participan en estos actos entenderán que están cometiendo un delito.
“Hay que elevar la sanción social y la sanción moral para las personas que
hacen este tipo de cosas”, puntualizó Ariza.
Fuente: eltiempo.com
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